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Casa de Campo en Las Herencias

El estudio de arquitectura OOIIO ha concebido una casa de campo con planta y espacialidad contemporánea, pero camuflada en el mundo rural mediante elementos simbólicos de la arquitectura de pueblo. Lo llaman “rural-flaje”, camuflaje rural.

En un entorno completamente rural, donde todo es más tranquilo y las horas parecen ir más lentas, se respira calidad de vida en cada rincón. La gente es amable y no sólo saluda cuando te cruzas con ella, sino que parece hasta casi obligatorio pararse y hablar un poco con el otro.

El cliente quería una casa de campo cómoda en la que disfrutar de su jubilación, volviendo al pueblo donde se crio.

El solar amplio ha permitido desarrollar una vivienda cómoda en una sola planta, que se ha fragmentado en módulos alargados que unen la calle con el patio trasero. Unos módulos tienen forma de “casita” a dos aguas, otros son prismas de cubierta plana. Es en la combinación intercalada de éstas piezas donde surge el proyecto. La casa de campo, que parece ser en realidad varias casas si la miras desde fuera, se convierte en su interior en una sucesión de espacios amplios con distintas alturas, regados por la luz natural por todas partes.

Los arquitectos se han decidido por elementos rústicos provenientes del imaginario colectivo local, porque les parecía una falta de respeto hacia el contexto jugar con lenguajes demasiado modernos en ésta casa. De ésta forma, se consigue una casa de campo con aspecto rural, bien integrada en su entorno, pero que por otro lado es una vivienda completamente diferente a cualquier otra de las que se suelen construir en el pueblo tanto en planta como en volumetría y espacialidad.

  

El proyecto se viste con texturas, materiales, elementos constructivos y juegos formales propios de la arquitectura de cualquier pueblo de la zona. Pero se han empleado técnicas proyectuales contemporáneas para concebir el edificio.

En los campos que rodean el lugar hay numerosos secaderos de tabaco abandonados. Se trata de unas edificaciones agrícolas que tenían fachadas construidas a base de celosías de ladrillo visto, para fomentar la ventilación cruzada en su interior, y así secar mejor las hojas de tabaco que se colgaban en su interior.

Estos secaderos se han incorporado a la casa de campo, con unas dobles fachadas, ventiladas en determinados paños de la vivienda, para reducir de forma pasiva y natural la afección del sol en el interior de la casa.

Las ventanas se señalaron con dinteles de madera, se utilizó rejería de forja tradicional y carpinterías y persianas color verde carruaje. Todos elementos propios del imaginario colectivo sobre el mundo rural, sin que necesariamente sean elementos utilizados en la arquitectura tradicional de la zona.

Más información: Ficha técnica

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