Residencial San José. Guadalajara, casco histórico
La actuación propuesta supone la ordenación de una zona nueva de viviendas en el casco histórico de Guadalajara. El Plan General de Ordenación Urbana de Guadalajara definía unas “áreas de oportunidad” por su importancia urbana, que debían ser reordenadas por su interés en el conjunto de la ciudad, figurando, entre los casos “más evidentes, interesantes o urgentes para la definitiva mejora del casco histórico”, la manzana comprendida entre el Parque Fluvial Barranco del Alamín, la calle Ingeniero Mariño y el convento de las Carmelitas.
El conjunto proyectado integra, de forma unitaria, una edificación residencial, la urbanización de su entorno, con un espacio abierto en forma de plaza, y la construcción de un aparcamiento para residentes bajo el viario de borde.
La riqueza ambiental del emplazamiento contribuye a enriquecer y dignificar esta parte de la ciudad y la convierte en punto de referencia para disfrutar de las espectaculares vistas al parque fluvial o al grandioso espacio abierto en el continuo edificado.
Edificación
Forma un conjunto característico de vivienda colectiva o multifamiliar, agrupada en bloques, cuyo uso principal es el de residencial privado, en plantas tipo, y terciario, en forma de bajos comerciales, excepto una parte destinada a viviendas. Se ajusta a la alineación obligatoria en el frente a espacio público (calle Ingeniero Mariño, plaza frente al Convento Carmelita de San José y viario de borde) teniendo como fondo el máximo edificable en las distintas plantas.
La edificación sobre rasante se organiza en dos partes claramente diferenciadas en altura: un zócalo, la planta baja, destinada a terciario con locales comerciales, y sobre esta, el cuerpo principal, las plantas de piso, destinados a uso residencial para 93 viviendas. Las viviendas son, por lo general, “pasantes”, estructuradas en dos crujías, con fachadas siempre a espacio público y a patio de manzana o viario, según casos.
La forma prismática regular y la apertura de huecos, en forma de balcones o ventanas, siguiendo un ritmo constante en las fachadas, conforman una imagen neutra que dignifica el entorno y realza el monumento junto al que se levanta la edificación: el convento carmelita de San José. La disposición de los miradores rompe puntualmente esa cadencia, caracterizando el conjunto edificado. Esta regularidad de las fachadas mejora la calidad ambiental de la trama urbana, armonizando la composición con las preexistencias más próximas, manteniendo una unidad visual acorde con el emplazamiento en el casco histórico. La correspondencia entre los huecos de planta baja y de pisos, permitiendo el rasgado vertical, acentúa esta apreciación.
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